Han pasado lentamente los días al ritmo haitiano. Dejé Port de Paix el lunes para volver a la “civilización”. En Puerto Príncipe todo es un caos, si bien es cierto que los aires de capital te permiten encontrar al menos un comercio mas variado (productos chilenos, franceses, hasta cerveza venezolana!!!!) pero el trafico y las horas interminables metida en un vehículo en unas calles increíblemente empinadas y sin lógica, me dejan cada vez mas agotada.
Aquí la mitad de las cosas funcionan, la inestabilidad política y económica están siempre acechando, gran parte de la ciudadanía este armada. El calor es fuerte aun no ha llovido desde que estoy aquí.
Todo este caos es increíble, es un desafío tratar de entenderlo y es muy emocionante ser espectador de este escenario dantesco. Estar aquí a veces es indescriptible, son muchas las sensaciones y sentimientos que crea. Por un lado están todos los problemas del pueblo haitiano al cual lamentablemente no logramos acercarnos demasiado. El clima político esta en apariencia calmado por ahora, se sabe que apenas empiecen las inscripciones del registro electoral, van a empezar los problemas. Algunos de los pueblos que visite son centros de preparación de guerrilleros, algunos parecen pueblos fantasmas, tan silenciosos y oscuros que nunca pensé que el silencio pudiera llegar a ser tan escalofriante.
Es una avalancha de sentimientos encontrados trabajar con las FFAA chilenas. Creo en esta generación de recambio, en un aire más fresco, más ingenuo, con la posibilidad de vivir una nueva etapa en esta ventana que es Haití. Quizás con el paso del tiempo, las heridas logren sanar. Lo que me queda claro es que ya los mas jóvenes no podemos seguir pagando esta interminable herencia de dolor y división, tenemos derecho a escribir nuestra propia historia nueva y limpia.
Aquí la mitad de las cosas funcionan, la inestabilidad política y económica están siempre acechando, gran parte de la ciudadanía este armada. El calor es fuerte aun no ha llovido desde que estoy aquí.
Todo este caos es increíble, es un desafío tratar de entenderlo y es muy emocionante ser espectador de este escenario dantesco. Estar aquí a veces es indescriptible, son muchas las sensaciones y sentimientos que crea. Por un lado están todos los problemas del pueblo haitiano al cual lamentablemente no logramos acercarnos demasiado. El clima político esta en apariencia calmado por ahora, se sabe que apenas empiecen las inscripciones del registro electoral, van a empezar los problemas. Algunos de los pueblos que visite son centros de preparación de guerrilleros, algunos parecen pueblos fantasmas, tan silenciosos y oscuros que nunca pensé que el silencio pudiera llegar a ser tan escalofriante.
Es una avalancha de sentimientos encontrados trabajar con las FFAA chilenas. Creo en esta generación de recambio, en un aire más fresco, más ingenuo, con la posibilidad de vivir una nueva etapa en esta ventana que es Haití. Quizás con el paso del tiempo, las heridas logren sanar. Lo que me queda claro es que ya los mas jóvenes no podemos seguir pagando esta interminable herencia de dolor y división, tenemos derecho a escribir nuestra propia historia nueva y limpia.
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