Otro 11 de Septiembre, otro 18 y 19, fiestas patrias mezcladas con sabor a "11", a golpe. Inevitablemente septiembre tiene un sabor amargo para un sector importante de mi generación. Es un mes de sol y lluvia, de marchas, de pena y al final de fiesta forzada .
Después de mucho tiempo, busco de modo ingenuo algo en la prensa que de cuenta de nuestros desencuentros como nación, sobre todo ante este periodo preelectoral. Solo encuentro lo que ha hecho la Concertación, de lo mucho que han robado y de como se han reído de todos los que creíamos y apoyamos la democracia. Escándalos en el Ministerio de Defensa, los desfalcos del ejercito me hacen pensar que en lo único que se fortalecieron las relaciones cívico militares bajo tantos gobiernos Concertacionistas fue en establecer un mesa de dialogo para el robo institucionalizado. Con mucho pesar veo las próximas elecciones.
Nunca esperé nada de Michelle, sabía que sería continuista y frustrante ver los pocos avances en materia social. Mas de lo mismo y peor por abandonar a los suyos. Nada nuevo ha aportado a la nación. Sabía que su equipo poco preparado estaría raspando lo que quedaba de la olla del gobierno de Lagos. En Septiembre me invade una pena profunda, un sentido de no reconciliación entre los chilenos, un sentido de orfandad gubernamental, donde ni Piñera ni Frei son una opción de cambio o de unificación. Chile el país laboratorio de las políticas económicas en América Latina, donde la redistribución del ingreso es la más dispareja del continente, donde el éxito solo se relaciona a cuanto ganas y a quien conoces.
Chile un país lleno de contradicciones y de silencios, el no afrontar nuestro pasado reciente, nuestras heridas, nuestras llagas como país.
La entrevista antichilena de MEO me gustó aunque tampoco votaré por el, me representan sus palabras en muchos sentidos. Para alguien que nunca ha salido del país puede resultarle algo insultante pero para quienes crecimos fuera debido al exilio forzado de nuestro padres, esta entrevista me tocó en lo más profundo. Vivir fuera pensando en que uno es chileno y retornar al país de los padres es doloroso porque es en ese preciso momento donde empieza el exilio de los hijos. Los códigos, los referentes de la infancia, el lenguaje todo es nuevo. Te hacen sentir extranjero cuando al fin y al cabo naciste fuera por razones de fuerza mayor y no por un delirio turístico de tus progenitores.
Yo le diría a MEO que no revierta sus palabras, el es tan chileno como la hija de Piñera. Quizás esta ultima sabe bailar cueca (¿sabrá?) y dudo que tome chicha y alguien le cuestione su chilenidad pero Marco representa una generación desencontrada, incomprendida pero con mucho mundo, conocimientos, idiomas y colores y ese es el gran aporte que podríamos hacer los "hijos" para que nuestro país fuese mas grande y mas internacional....el problema es que nadie quiere aun abrirnos la puerta.