Anoche tuve un extraño sueño sobre Haití. No estoy segura si era Cabo u otra ciudad costera. Observaba a la gente bañándose en la playa, todo muy sucio, colores cafés opacos. En un momento miraba unas lápidas de un pequeño cementerio y veía como estas se movían como si fueran olas dentro del mar, subían y bajaban y yo me quedaba observando a las personas en el agua, pensando que se estaban bañando con los muertos.
Bueno es un sueño bastante raro y por algunas noticias sobre Haití, sé que las cosas no andan bien. La violencia regresa a las calles, algunos piden el retorno de Aristide lo que prueba que esto es una olla a presión porque no se iban a solucionar las cosas solo con la elección de Préval. El problema es que la comunidad internacional ahora está preocupada y con justa razón de lo que pasa en el Líbano. Esta guerra me preocupa, no creo que sea una crisis o un capítulo más, esta vez Israel está actuando desproporcionadamente.
Es difícil ser testigo de estos países que se caen a pedazos entre guerras de pandilla en el caso haitiano mientras en el otro es la confrontación de los problemas limítrofes, las ansias desmedidas de poder o simplemente las divisiones religiosas que siempre han llevado a siglos de guerra y destrucción. Espero que la situación se calme solo sé que los hombres a pesar de haber vivido tantas guerras, detenciones, muertes, transiciones, destierros, derrotas, lágrimas y sangre al parecer nada han aprendido ya que las historias pueden volver a repetirse. Lo más lamentable es que al final siempre pagan los mismos de siempre: los niños. Confío a pesar de todo en la ONU, a pesar de ser una gran burocracia, estoy convencida que en Haití es necesaria su presencia. Frente a la crisis del Medio Oriente solo la voz de las Naciones Unidas y la Unión Europea pueden hacer algo frente a EEUU y a Israel ya que el mundo no está preparado para otra guerra en Irak y francamente ya estamos cansados de tanta prepotencia.