El tiempo resulta extraño, a veces se siente como si hubiesen pasado años mientras en otros instantes siento que esto no ocurrió nunca y que todo es una mala pasada de la imaginación. Lamentablemente ocurrió con un dolor inimaginable, pienso en los días de enero, una semana después del terremoto. Pienso en la locura de los colegas, los llantos desconsolados, la búsqueda de los desaparecidos y pienso en lo injusto que se siente todo esto. Ha sido una real pesadilla, durmiendo en carpas, sin ducha, comiendo cualquier porquería e intentar trabajar en medio de este caos emocional en los primeros tiempos. Después vino la calma pero el dolor seguía acá, regresar a cierta normalidad, volver a los supermercados, inclusive tratar de recomponer la vida social. Hoy, el dolor sigue siendo profundo, sentimientos de culpabilidad por no haberles dicho tantas cosas antes de que se fueran, cada día pensar en ellos. No existe un solo día en que deje de pensar en esta tragedia.
Tantos colegas, buenos amigos y ver sus nombres en una muralla ayer como homenaje, tal como sucede con los desparecidos políticos en nuestros países. El profundo dolor de ver los nombres escritos y a la vez la sensación de alivio de que mi nombre y el de otros queridos amigos no estén en ese mural. Es una mezcla extraña, pensar que mi familia no tenga que pasar por esto es lo que más agradezco.
Las consecuencias después de 6 meses son aun pesadas. La capital sigue llena de escombros, siguen habiendo cuerpos de personas enterrados, sigue la ayuda humanitaria descoordinada y la sensación de hacer muchos esfuerzos en vano.
Existen muchos campamentos de personas desplazadas, justo a la puerta de mi casa hay uno. Vivir con las victimas al frente, observar sus deplorables condiciones de vida es un panorama difícil de vivir. La violencia contra las mujeres en estos campamentos improvisados es pan de cada día, violaciones a menores de edad y la poca ayuda que se puede aportar en estos casos. Existen casos de abusos de autoridad, violaciones de derechos humanos, gente presa sin proceso que llevan anos a veces por insignificantes robos. Me impresiono el otro día la historia de una chica que fue encarcelada hace 5 años porque su hermano consideraba que salía demasiado en las noches y para darle una lección la encerraron en la comisaría. Esa chica tenia entonces 16 años hoy tiene 21 y sigue presa sin haber nunca tenido un debido proceso.
Han aumentado los robos, los secuestros, la impunidad y la sensación de haber retrocedido 6 años atrás. En 35 segundos se cayó todo, la vida que conocíamos, los amigos, se cayeron los proyectos que costaron años de esfuerzos, se cayeron los logros y se rompieron las esperanzas.
Indudablemente los haitianos tienen gran resiliencia y salen a buscar sus oportunidades cada día, siguen viéndose impecables cada domingo para ir a misa y siempre la sonrisa de un niño iluminará todo. Sin embargo no dejo de cuestionarme como y porque este pequeño país tiene tantas y tantas dificultades y reciben gran ayuda y es poco lo que se ve realizado después de 6 meses de arduo trabajo.
Mi capitulo con Haití Cheri aun no termina, es este país quien decidirá hasta cuando residiré en este lugar. Por ahora trato de cerrar mi duelo personal, de mirar al futuro con otros ojos, sentir que también se aprende de los momentos amargos pero sobre todo que después de la tormenta viene la calma.