Inspirada por el Blog de Javi Chico, me decido a relatar las historias de Cabo Haitiano. Un lugar complejo que a veces odias, en otros momentos la gente te resulta entrañable, te la pasas muy bien, te la pasas muy mal y te preguntas si eres tu la que vive todo el día con este stress de no saber que aventura o loca historia te deparan los haitianos.
Anoche al salir muy tarde de la oficina, íbamos mi colega Sandra y yo caminando hacia el estacionamiento. Vale recalcar que a esa hora ya no hay nadie. Los UNPOL se van temprano a casa a eso de las 17horas, los civiles también desaparecen poco a poco y finalmente solo queda la sección electoral trabajando en este insalubre edificio.En plena oscuridad, ya que por alguna razón que desconozco los pasillos no están iluminados en Minustah (tal vez porque todos se van muy temprano a casa) veo la sombra de un extraño animal en la muralla.
Primero pensé que se trataba de un gato, cosa rara ya que suelen terminar en una olla o en alguna ceremonia vudu. Al rato la sombra veloz pega un enorme salto por encima de la cabeza de Sandra y en un vuelo olímpico cae al piso corriendo a toda velocidad.Impactadas las dos entendimos que se trataba de la rata más grande que habíamos visto en nuestras vidas. Para equilibrar el asunto ahora tenemos de invitado especial a nuestra oficina a un ratoncito diminuto y atrevido. El tipo camina por donde le da la gana como si la oficina le perteneciera. Por ser tan pequeño no me disgusta, me da un poco de nervios si se acerca mucho pero seria incapaz de matarlo o de pedirle a alguien que lo eliminen. Me daría pena ya que al menos es divertido tener un intruso de vez en cuando.
Así son los días del cap, con ratones, con arañas así que solo queda pedirle a Diosito (que de seguro se ha olvidado de Haití) que me cuide de todos los bichos, malarias, infecciones, violencias, chimeres y que ahora añada a la lista me cuide de las ratas gigantes que de las diminutas me encargo yo.